viernes, febrero 19, 2010

El viejo ermitaño (sale de su cueva de vez en cuando)

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GRANT HART – “Hot Wax” (Cond'or)

Hace meses mi amigo Esteban me pasó un link de descarga de este disco. Y entonces hice algo raro: no lo escuché. Preferí esperar hasta tener en las manos el artefacto real, con su bonita portada, sus fotos (una, parece Macca, ocupado frente al micrófono) y sus letras (excelentes, de nuevo). Mis ansias de reencontrarme con uno de mis músicos favoritos diez años después de “Good News for Modern Man” (Pachyderm, 99) se quedaron allí, emparedadas en el desagradable y átono limbo digital. Y esperé y esperé, porque parece ser que nadie tiene la decencia de distribuir estas pequeñas maravillas por aquí. Esperé tanto que yo y mi dealer musical estábamos convencidos de que el hijoputa de Hart estaba cruzando el charco en persona (y en barco) para traernos el paquete a Malasaña. Pero por fin llegó. Llegó en silencio y disfrazado de mendigo, como Ulises, y solo los perros lo reconocimos. Ni una miserable reseña en prensa general, especializada o subterránea, que yo sepa. Apenas una conversación con mi amigo Julen (de los excelentes La Familia Atávica) a las tantas de la mañana en una barra inhospita. “Ha dicho que ha aprendido más con esta gente en un año que con Bob Mould en toda la carrera de Hüsker Dü”. Esta gente son varios miembros de Godspeed You Black Emperor y Silver Mt. Zion memorial orchestra que han arropado al viejo beatnick en la grabación de este “Cera Caliente”, realizada entre Montreal (Hotel2tango) y Minneapolis (Albatross). Y escuchando el disco se comprueba que la ayuda no era imprescindible, pero también que es sin duda útil: unos arreglos que son la discreción personificada enguantan en seda a los temas que lo piden, como ese inquietante retrato de amiga imaginaria que es “Barbara” y que sitúa a Hart en una hipotética cocina a oscuras desde la que intenta, pobre alquimista, resolver el eterno dilema Beatles/Beach Boys (ganan los Boys, la canción tiene ese relente circular tan de ellos y de Grant, y el resto del disco también). No es la única pequeña maravilla de un trabajo sin picos excesivos pero sin altibajo alguno. Hay bastante pop extático, perfectamente mantenido a no mucha altura, justo a la de nuestras cabezas, para que podamos ver (“Charles Hollis Jones”, “California Zephir”), momentos personalísimos de emoción pastoral que sólo podían ser suyos (“Schoolbuses Are For Children”) Y también algún texto algo más ambicioso, como “Narcissus”, sobre la que Hart se extiende brevemente en su web: “Es mi primer intento de combinar la mitología de la antigua Grecia y el rockabilly americano. Mezclando esas influencias con una atmósfera de carrito de helados he encontrado un estilo que define este periodo de mi carrera”. Lo de periodo de mi carrera entiendo que es irónico. Rieguese toda esa exquisita orfebrería pop con unas gotitas de Patty Smith y una lejanísima esencia de Leonard Cohen, termínese el discurso con dos temazos (“I Know…”, reminiscente de “Nature Boy” y la emotiva “My Regrets”) que lo devuelven a uno intacto hasta la orilla y ya se tiene un disco precioso. Tan honesto, tan modesto y tan hermoso que ni siquiera procede compararlo con su antecesor de una década atrás. Mención aparte para unas letras muy por encima de la media, con ese punto naive que se puede permitir el que ha visto mucho y esa variedad nómada que lo lleva de los viejos sueños hippies a las pasiones de una noche y del mito de Narciso al apunte confesional con absoluta naturalidad. ¡Ah!, la vida de los viejas luminarias del pre-indie… Daría para una tesis doctoral y se parece demasiado a alguno de esos comics crepusculares sobre superhéroes. Chinaski-Meets-Wolverine. Gratifica, por tanto, ver como Diógenes vuelve de pronto del tonel, cuando ya nadie lo esperaba, y como quien hubiese estado aquí antes de ayer, se invita a una ronda de cañas. El tiempo es distinto para él, supongo. llámalo locura o simple sentido común. //LUIS BOULLOSA

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