jueves, agosto 04, 2011

LOVE BOAT – “Love is Gone” (Alien Snatch)

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Últimamente cuando pido punk me dan garaje mal tocado. El problema es que cuando pido pop me dan lo mismo. ¿Psicodelia? Tres tazas. Derivas de la época, sin mayor importancia en realidad; algún día nos reiremos de ellas sin percatarnos de que estamos inmersos en otras de igual calibre. Por supuesto, en todos los géneros y en todos los desastres se encuentran cosas salvables y hasta geniales, perlas entre los bodrios. Así, por ejemplo, yo he asumido sin recato a los Strange Boys, verdes pero lúcidos y prometedores en su desparpajo casi suicida, y he rechazado a los Black Lips como quien dice por una manía: les ví un bolo tan patético hace unos años que decidí no volverme a casa con ese sabor a estafa nunca más, ni siquiera en disco. Lo decía por aludir a las dos (momentáneas) luminarias de "la cosa". Puestos a pensar por qué tienen “éxito” las bandas del resto del pelotón, se me ocurre que quizá a la peñita moderna que los sigue le resultan cómodas sus pintas (intercambiables, en efecto con el público, las más de las veces), su cierta ineptitud instrumental y sus desmañadas maneras de desfasados universitarios de permiso. Es decir, podrían ser ellos mismos. La gente parece incapaz últimamente de sentirse identificada con nadie con quien no puedan confundirse cada mañana al mirarse en el espejo. Cada cual.

Mientras todos estos movimientos predecibles y mil veces observados tienen lugar; mientras las bandas persisten a la espera de la estafa y el hastío (cada una dependiendo de su cabezonería, su capacidad de reciclaje y su nivel de ceguera y de fe), el que escucha puede pescar en la corriente, de cuando en cuando, algún grupo interesante para pasar las tardes; bandas apreciables que luchan por dotarse de una personalidad propia, combos adolescentes de desigual fortuna que a veces consiguen alguna joyita en forma de canción. Un buen ejemplo son los turineses del barco del amor, a los que descubrí por un blog (como bien sabemos, ahora todo se descubre por blogs y por amigos, igual que en el principio, fanzines y amigos). Me gusta esa cualidad con la que algunos (¿Quién? No se… ¿Dead moon?) han conseguido sostener una carrera: la honestidad. Me agrada su intento de salirse del citado redil del infragaraje molón, de superar el ramonismo playero y el ñoñi pop de guitarra “twangy”; me gusta su asumida modestia y el trabajo serio que se advierte bajo la simpleza aparente de los temas (melodías trabajadas aunque la voz no sea especialmente destacable; guitarras con bastante nivel). Es esa probidad y ese decoro, ese “pobre pero honrado” que llevan tatuado en el trasero, lo que les permite vencer aunque sea pírricamente en una batalla que enfrentaban con poca pólvora propia y armas prestadas y algo añejas; obtener un disco más que digno y, dentro de él, conseguir perlitas como “Modern Ties”, expansivo, clásico, californiano ejemplo de que hay en la banda una vía de progreso interna de mayor densidad de la esperada. Están destinados, por su propio bien, a profundizar en esa lisergia gozosa y a abandonar el garajillo de coches de choque que ha poseido a su generación, y parece que tienen temple para ello. Quizá ayudaría también que quienes hablan de su trabajo por ahí pisen el freno y dejen de llenarse la bocaza con nombres del porte de Love o The Byrds. No parece que ellos caigan en tales delirios de grandeza, y bastante clara queda su postura en esa sana, coñera y crepuscular foto interior del disco, donde la tabla de surf es sustituida, sin que uno lo advierta apenas, por la de planchar.

Claro que sucede que hay músicas para lugares y momentos, y que eso es una de las grandes torturas del que trata de ser crítico y justo. Quizá por eso estoy empleando tanto tiempo en está crítica. Yo descubrí que para mis rutas en coche (de copiloto) por el abrasado verano gallego, los Love Boat tenían un nosequé que pegaba con el olor a mar, el salitre y el aftersún. Sin glorificarlos, algo (acaso mucho) se merecen por los buenos ratos entre pinares, tratando de pensar en nada y consiguiéndolo, quizá, en alguna gloriosa, fugaz ocasión. Era la idea, supongo, tan sencilla como difícil de alcanzar.//D. SPOON

Check them out at Alien Snatch

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Abrasado verano gallego? Confunde usted, D. Spoon, el tiempo o el espacio.

D. Spoon (truly yours) dijo...

Hay quien se abrasa por fuera y quien se calcina por dentro... Ponga usted que se trata de una perspectiva emocional. Y ponga que, además, para mí treinta grados son demasiado. Me sobran cinco o seis.

D. Spoon (again) dijo...

... Pero GRACIAS por leerme. Soy el becario que se ha quedado en verano y esto es un muermo de cojones...

D. dijo...

¿Alguna sugerencia?

Anónimo dijo...

Pues suba usted más al norte. Con un poco de suerte y la niebla quizás no se vea a cidade da cultura.

Anónimo dijo...

Y no me agradezca que le lea, es un vicio adquirido, difícil de manejar.

D. dijo...

A cidade da cultura ten os días contados, xa falei con Mr. Durden para que faga o traballo. Eu estou canso.