domingo, octubre 21, 2012

LOS LLAMADOS PERDIDOS - "Somos Gente"





Ya en su momento sonaba a otra cosa y a otra época, así que ahora que han pasado diez años, definitivamente pertenece a un espacio distinto y atemporal. El tiempo ha tratado bien, apartándolo de sí, a “Somos gente”, el primer disco de LOS LLAMADOS PERDIDOS, conservado como una crisálida en ambar, armado hoy con la misma agridulce familiaridad que nos desarmó entonces e igual de desconocido todavía. Conservo un ejemplar de la artesanal edición, uno de los verdes, y ahora que he vuelto a retomar contacto con habitual con Mato Armada (voz y guitarra) y Sonia Barba (batería y voz) lo he recuperado y lo escucho a menudo, fascinado por la simplicidad con la que son capaces de ir desde la sombra de Los Ronaldos hasta el ala izquierda de la Velvet Underground pasando grácilmente, de puntillas, por el pasadizo encharcado donde duerme el hermano indigente de David Lynch. 

Pop cantado en español, límpido, alienado en su justo punto, fue arreglado con natural sabiduría por Justo Bagüeste y producido por éste y por Javier Almendral en los estudios Blue Box en 2002, la época en la que todos parábamos en el mismo bar de Madrid, El Alivio. Son esa producción y esos arreglos los que elevan con aérea nitidez aquel pop gloriosamente deshilachado sin que las canciones dejen de verse a la perfección. Difícil resistirse, por mucho que uno las tenga más que oídas, al irónico y cristalino encanto de “Cuando estoy contigo”, el velvetismo naif de “Andy”, la contenida visceralidad de “No más Valium” o la ralentizada, onírica insolación de “Soy un Gato” (mi tema favorito sin duda, a día de hoy). Como pespunte final tenían esa pizpireta y perfecta reverencia a Chris Isaak (“Jugaste conmigo” - “Wicked Game”) y el simpático desbarre de “Intento Sugus” que no aparece en el Bandcamp. Difícil, también, no reconocer la calidad y la capacidad comunicativa de unas letras que flotan con naturalidad en esa fina línea que separa lo cotidiano de lo extraño, la paz de la alteración, nuestro mundo de ese que permanece justo al lado, tras la puerta, y que también es nuestro. 

Me alegra haber colaborado con aquel proyecto, aunque fuese de manera totalmente lateral (les presté mi bajo, creo recordar, y la foto de la contra es mía, en la piscina del viejo Jules, cuando éramos jóvenes). Armada lo llamaba “música normal”. Música extraordinaria en su honestidad y en su plateado encanto, me parece a mí. Una obrita maestra olvidada, un milagro doméstico y al alcance de quien quiera llegar hasta él. //LUIS BOULLOSA

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